El consumo problemático forma parte de una realidad compleja que nos interpela, desafía y compromete como sociedad. No alcanza una sola mirada para comprender y abordar esta problemática ya que son múltiples los factores que se ven involucrados en ella.
Entendiendo al consumo problemático como un fenómeno multidimensional y complejo, no provocado por el sujeto, por la sustancia psicoactiva u objeto del mercado, ni por un único condicionante social, sino más bien como un cruce complejo de circunstancias, sostenemos que los consumos problemáticos desafían a complejizar nuestra mirada acerca de la salud desde una perspectiva integral, multidisciplinaria, colectiva y en términos relacionales.
Proponemos cambiar el eje del análisis, dejando de centrar la atención solamente en el objeto o el sujeto –apartándonos de lecturas lineales y deterministas- para hacer hincapié en que se trata de un fenómeno dinámico y multicausal que exige un abordaje integral, equilibrado y multidisciplinario. Requiere a su vez una responsabilidad común y compartida.
La escuela es un ámbito privilegiado para la prevención, el cuidado y la promoción de la salud en tanto es un espacio fundamental en el proceso de socialización de niños, niñas, jóvenes y adultos; en la transmisión de saberes, conocimientos y valores; es, en síntesis, un lugar propicio para que cada uno construya un proyecto de vida individual anudado a lo colectivo.
La escuela es un ámbito privilegiado para la prevención, el cuidado y la promoción de la salud en tanto que, es un espacio fundamental en el proceso de socialización de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultas/os; en la transmisión de saberes, conocimientos y valores; constituyéndose como un lugar propicio para que cada estudiante construya un proyecto de vida anudado a lo colectivo.
Las situaciones vinculadas a los consumos problemáticos irrumpen en la escuela y deben ser abordadas con el objetivo de que las mismas no se transformen en un obstáculo para el inicio, continuidad y/o finalización de la trayectoria escolar de ningún/a estudiante. Para ello, centramos la atención en la prevención, entendiendo esta como el “conjunto de esfuerzos que una comunidad pone en marcha para reducir de forma razonable la probabilidad de que en su seno aparezcan problemas relacionados con los consumos”. Esta perspectiva conlleva una revisión de las lógicas de consumo y las lógicas de cuidado, poniendo énfasis en la “cultura institucional del cuidado”. La misma propone la valoración de la vida, la salud, el cuerpo, el autocuidado y el cuidado de los otros.
Desde este programa concebimos a los consumos problemáticos como parte de una realidad compleja que nos interpela, desafía y compromete como sociedad. Dichos consumos no poseen una causa aislada, desconectada de un contexto y producto de una decisión individual sino más bien son el producto de las relaciones entre sujetos, contextos y sustancias/objetos de consumo.
Por lo anterior, uno de nuestros objetivos es promover la construcción de estrategias institucionales que orienten a problematizar nuestros consumos, desnaturalizar estereotipos y repensar nuestras prácticas docentes para abordar la prevención de consumos problemáticos. Dicho abordaje, desde una perspectiva integral y de promoción de la salud y el cuidado en el ámbito escolar y a partir del trabajo de reflexión y construcción conjunta con las/os distintas/os actrices y actores de las instituciones educativas.