Se entiende por convivencia el espacio y tiempo en el que se dan los lazos sociales en el entorno escolar, a los sistemas de regulación de la vida institucional, las normas, los órganos, las prácticas institucionales que incluyen la dimensión de las personas y sus derechos en un espacio social delimitado con responsabilidades y tareas diferenciadas para cada uno de los actores.
En la actualidad, la escuela busca que los vínculos que se producen en las convivencias escolares, es decir dentro de una institución, se construyan por todos y todas quienes habitan ese espacio. Esto se debe trabajar teniendo en cuenta a cada uno de los actores involucrados, dejando en claro que todos y todas tenemos derechos, responsabilidades y también tareas diferenciadas.
La construcción de ciudadanía en oportunidad de la convivencia escolar, implica analizar y revisar el conjunto de nuestras prácticas para fomentar en las instituciones educativas un clima de libertad responsable, promover el derecho a la propia identidad, a la libertad de pensamiento, de expresión y conciencia que posibilite un trato justo y digno. Se trata de habilitar al sujeto político que cada niño/a, joven y adolescente ya es, para que tome posición frente al mundo y proyecte los modos de transformarlo y transformarse.
Asimismo, es muy importante que comencemos a pensar y resignificar todo lo que implican los vínculos virtuales con los cuales interactuamos cotidianamente, en donde nos encontramos en un difuso límite de un adentro y un afuera, pero que además comprende a un otro. Un otro diferente a mí, pero con mis mismos derechos y responsabilidades más allá de que no lo encuentre desde una presencia física. Un otro que es producto de cómo nosotros lo representamos, de las adjetivaciones que le ponemos, que le damos sentido a sus acciones, a sus dichos e interpretamos siempre por medio de nuestra forma de pensar.